Columna de opinión | El premio Nobel de Economía en el 2017 fue otorgado al norteamericano Richard H. Thaler, especialista en economía conductual y creador de la teoría del pequeño empujón, la cual plantea la necesidad de colocar pequeños “empujones”  a los tomadores de decisiones para que puedan optar por aquellas que generen un mayor beneficio en el largo plazo. En otras palabras, detrás de cada determinación de carácter económico hay variables psicológicas que priman más que las racionales.

La confianza, que es casi invisible y poco apreciada en el mundo moderno, es precisamente una de esas variables. Ante la carencia de información completa por parte de los agentes económicos la seguridad en las instituciones se convierte en un elemento relevante para la toma de decisiones. Las consecuencias de la desconfianza económica son múltiples, afectan la conducta de los inversionistas, los hogares, el crecimiento de la producción, la innovación y la generación de empleo. Desde la economía, se considera que cuando la confianza aumenta los consumidores se muestran más optimistas y están dispuesta a gastar más dinero en la adquisición de bienes y servicios, lo que a su vez le permite a las empresas incrementar su producción y realizar sus inversiones. Incluso, se podría decir que esta es uno de los ejes principales de cualquier sistema económico eficiente, por lo que encontrar formas de mantenerla y restaurarla en tiempos difíciles podría ayudar a los países a salir del estancamiento y lograr un crecimiento sostenido.

Los procesos de destrucción de la confianza generan en el corto plazo la movilización de activos, en el mediano impacta las decisiones de inversión, y en el largo plazo, afecta el lugar de residencia. De ahí la responsabilidad que debe existir en la manera como se transmiten los mensajes para que no generen incertidumbre y los actores económicos puedan decidir con mayor certeza, y de esta forma, mantener una visión positiva del comportamiento futuro de la economía que permita facilitar la construcción de escenarios que favorezcan el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.

Es por esto, que en una coyuntura como la actual es indispensable actuar con prudencia para no provocar un “empujón” al revés, es decir, influir negativamente en la percepción de los agentes económicos y por consiguiente frenar el consumo y la inversión.  “Si a un país le va bien a todos sus habitantes también le va bien”, es lo que no se debe olvidar, pero para esto se necesitan fines claros y bien ejecutados. La confianza en una nación, comienza por la de sus ciudadanos.

*Oriana Alvarez Vos* – Directora Ejecutiva de Fundesarrollo

Publicado el 14 de abril de 2023

El Heraldo

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