Publicado el 9 de diciembre de 2021,

Esa es la principal conclusión de analistas, quienes también reconocen dificultades para acuerdo.

La discusión del salario mínimo está cada vez más cerca y, en esta oportunidad, factores como una inflación que ya se ubica por encima del 5%, o una productividad que se espera sea positiva, marcarán el ritmo de las negociaciones entre empresarios y sindicatos. En esta ocasión, el Ministerio de Trabajo aseguró que también serán invitados a la mesa académicos y centros de pensamiento.

Portafolio consultó a varios de los expertos invitados por las partes, entre los que se incluyen entidades como Fundesarrollo, el Observatorio Regional de Mercado de Trabajo (Ormet) o el Instituto Municipal de Empleo y Fomento Empresarial del Municipio de Bucaramanga (Imebu), y a otras voces sobre sus perspectivas para la discusión.

Las reflexiones apuntan a que si bien la inflación impulsará un aumento superior a otros años, el alza no deberá ser tan alta, pues tendría un efecto negativo en el empleo formal.

“Hay dos elementos que se deben tener en cuenta de manera determinante en esta discusión. En primer lugar, la necesidad de mantener el poder adquisitivo de ese salario mínimo, que se ha venido deteriorando por el aumento de la inflación. Por otro lado es importante retribuirle a los empleados formales el crecimiento de la productividad laboral, es decir, la contribución que han hecho para que aumente la producción en la actividad económica en este año”, indicó Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo.

A pesar de ello, Mejía aseguró que se debe tener “cuidado con aumentos muy grandes o desbordados”, en primer lugar, por la recuperación del empleo, que aún no llega a los niveles prepandemia, y porque “aumentos muy grandes del salario mínimo pueden incentivar la informalidad”.

Jhon James Mora, profesor titular del departamento de Economía de la Universidad Icesi (Cali) y coordinador del Ormet de Cali, considera que “esta será una negociación muy complicada, la probabilidad de llegar a un acuerdo es muy baja, sobre todo por la inflación”. Mora cree que los trabajadores buscarán una cifra cercana al 10%, pero que los empresarios ofrecerán alrededor del 7%.

“Cuando las subidas son muy fuertes generan efectos no solo en el empleo, sino en la persistencia de la informalidad. Si bien es cierto que se incrementó la productividad, este aumento se da en un contexto en que en el año pasado estábamos cerrados, entonces hay un incremento pero comparado con un año en que no estábamos en la mejor situación”, asegura Mora.

Adicionalmente, Mario Valencia, director de la organización Conexión Análisis, reiteró como, “por ley no puede haber un incremento menor a la inflación del año anterior”, lo que fijaría ese dato de entrada como el piso de la negociación, y aseguró que dado que se espera que la productividad sea positiva, este será un elemento adicional a considerar.

“Pero esa productividad se está generando por un crecimiento, aunque todavía con un rezago en el empleo, y eso no es una buena noticia”, dijo. Según Valencia, lo que más podría ayudar a que el salario mínimo pueda subir es el crecimiento económico, pero no estamos viendo una correspondencia. “El problema en Colombia es que como tenemos un salario promedio tan similar al mínimo, el esfuerzo debería estar en medidas económicas que impulsen el crecimiento del salario promedio”, aseguró.

Otra observación adicional tiene que ver con la lectura de la inflación. José Ignacio López, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, quien señaló que “la negociación del salario mínimo debería ser más perspectiva que retrospectiva, es decir, mirando hacia adelante. Sin lugar a dudas vamos a tener una presión al alza, y eso va a permear la negociación. Para el año entrante esperamos una inflación del 4%, en un mundo ideal deberíamos estar pensando en ese dato”.

Al igual que otros expertos, López aseguró que “preocupa que un aumento desmedido frene la recuperación sobretodo del empleo formal”.

Esta postura la complementa Luis Gonzalo Gómez Guerrero, director del Imebu, quien asegura que un incremento por encima del IPC no sería bueno, y que la recuperación económica nos dará “un margen de favorabilidad” en 2022.

“Los empresarios se vieron gravemente afectados durante toda la pandemia, sobre todo por el hecho de la reducción de la productividad que se acompañó de un incremento generalizado en las materias primas; es evidente que el aparato productivo nacional necesita un acompañamiento institucional permanente”, indicó Gómez.

OPINIONES CONTRARIAS

Pero no todos los expertos están en esta línea. Para Oriana Álvarez, directora de Fundesarrrollo, si se fija un salario muy bajo, “tendrá un fuerte impacto en los hogares más pobres y si por el contrario se establece un nivel muy alto la generación de empleo será la más afectada”. Por ello, la economista propone “adoptar un modelo de fijación del salario mínimo más equilibrado en donde se tengan en cuenta los desafíos y retos de la “nueva” normalidad laboral”.

La experta del centro de estudios señalaron que la productividad en el país estuvo afectada en gran parte por los cierres que impactaron el número de horas trabajadas agregado a las nuevas modalidades de relaciones laborales, y por ello aseguró que “el aumento en el salario mínimo debería estar desligado a la productividad y por el contrario atarlo al desempleo e informalidad”.

LO QUE VIENE EN LA AGENDA DE LAS NEGOCIACIONES

El pasado 3 de diciembre se instaló formalmente la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, y se presentó el cronograma de las discusiones para este año.

Este 10 de diciembre será la reunión semipresencial de la Subcomisión de Productividad y se presentarán los informes del Banco de la República, el Dane y los Ministerios de Hacienda y de Trabajo.

El 13 de diciembre será un foro presencial con expertos, y el 14 de diciembre, se presentará el informe de la Subcomisión de Productividad y se conocerán oficialmente las propuestas de las partes.

Publicado en Portafolio

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