Publicado el 20 de agosto de 2021,
Por Oriana Álvarez Vos
La crítica situación de las mujeres en Afganistán evidencia la necesidad de seguir trabajando en la construcción de mejores sociedades en donde se logren consensos en el marco legal para garantizar los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas.
Las imágenes del caos en el aeropuerto de Kabul esta semana son impactantes, miles de personas aferrándose a las ruedas de los aviones que transportaban militares estadounidenses entre otros, tratando de huir del nuevo régimen talibán que regresa al poder tras la retirada de las tropas internacionales del territorio afgano, después de 20 años. Centenares de personas intentan desesperadamente escapar ante el temor generalizado de la posibilidad de instaurar el mismo régimen fundamentalista que imperó cuando estuvieron al frente del país entre 1996 y 2001.
Pero, cómo no temer ante la posibilidad de un retroceso en los derechos sociales y económicos alcanzados durante 20 años. En Afganistán la constitución está suspendida, las leyes no tienen valor, no hay instancias judiciales ni gobierno central por lo que resulta imposible procesar a los autores de los abusos sobre los derechos humanos. Una de las principales preocupaciones tras la llegada de los talibanes es la vida de las mujeres y las niñas bajo la interpretación estricta de la ley islámica o “ Sharía” en donde estas son consideradas ciudadanas de importancia menor; su rostro debe ser cubierto por completo con el burka; no pueden hablar en público; su risa está prohibida para extraños; no pueden trabajar fuera del hogar ni estudiar; azotes y palizas contra aquellas que no sigan las reglas y lapidaciones públicas contra las acusadas de cometer adulterio; entre muchos otras vulneraciones a los derechos humanos. La última vez que el régimen talibán gobernó anularon todos los derechos de las mujeres y niñas, y volvieron a las ejecuciones públicas. De hecho en las regiones donde han tomado el control, las libertades desaparecieron y regresaron las humillaciones públicas, prisión, palizas y latigazos para amedrentar a la población y obligarlos a obedecer la “ley”.
La crítica situación de las mujeres en Afganistán evidencia la necesidad de seguir trabajando en la construcción de mejores sociedades en donde se logren consensos en el marco legal para garantizar los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas. Considerar la igualdad de género como uno de los fundamentos esenciales para el desarrollo de sociedades más pacíficas y sostenibles. Gracias a las ayudas internacionales que este país recibió durante los últimos 20 años, los derechos de las mujeres y las niñas presentaron grandes avances en educación, salud, participación política, económica y social, los cuales pueden verse truncados si la comunidad internacional no se manifiesta ante la tragedia que vive la población afgana. La solución a esta problemática no es fácil, pero tranquiliza la conciencia de quienes vivimos en sociedades donde se avanza hacia el reconocimiento de los derechos de igualdad entre los sexos, manifestando a través de nuestra escritura los riesgos que corren las mujeres y niñas afganas de ser esclavizadas y asesinadas. Esperemos que el mundo entero reaccione y exprese su solidaridad a la condición de alta vulnerabilidad en la que está sometido el pueblo afgano.