Publicado el 16 de abril de 2021,
Por Oriana Álvarez
Las ciudades sostenibles son urbes en donde existe una adecuada movilidad, creación de espacios públicos puestos al servicio de la ciudadanía.
La iniciativa de Ciudades Sostenibles (CES) fue lanzada por el BID en marzo del 2011 en un esfuerzo para enfrentar los retos urbanos y de cambio climático que afrontan las ciudades de América Latina y el Caribe. En el año 2012 Findeter, en cooperación con el BID, adaptó la metodología del programa CES al contexto colombiano en ciudades como Barranquilla, Bucaramanga, Manizales y Pereira.
La ciudad se comprometió a desarrollar procesos orientados hacia acciones y propuestas que generen una mejora en la calidad de vida de sus habitantes y permitan trazar un futuro más sostenible e inclusivo. Durante los últimos 10 años Barranquilla ha experimentado avances en sus indicadores sociales; según datos del Dane, la pobreza monetaria pasó del 48% en el 2008 al 21% en el 2019, y el índice de pobreza multidimensional terminó en el 2018 con un valor del 17.4%. También se ha mejorado la expansión de los servicios sociales y educativos. Hoy la ciudad cuenta con una cobertura de más del 100% en las tasas de escolaridad, especialmente en primaria y secundaria. Así mismo, a partir del 2008 la atención a la salud mejoró como resultado del plan de atención primaria en salud donde aumentó la accesibilidad y calidad en los servicios prestados. De igual manera, el fortalecimiento de la gestión fiscal ha permitido aportarle a proyectos de inversión en la ciudad.
A pesar de los avances, Barranquilla todavía presenta grandes desafíos para lograr convertirse en una ciudad sostenible. El rápido crecimiento de su población, la falta de planificación urbana, la carencia de infraestructura y acceso a servicios públicos en algunas zonas de la ciudad hace necesario buscar modelos de crecimiento económico mucho más autosostenible y equitativo. El contexto de la pandemia ha colocado en evidencia la necesidad de unir esfuerzos tanto en lo público como en lo privado para realizar intervenciones y programas sociales que ayuden a mitigar la problemática actual, y seguir avanzando en esa visión de ciudad para el 2100. Según los últimos resultados de la encuesta Pulso Social del Dane, Barranquilla pasó del 87% de hogares con acceso a las tres comidas al 41% durante la pandemia, mientras que ciudades como Medellín y Cali mantienen indicadores del 87% y 78%, respectivamente. De acuerdo con el Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico (OCSA), el 62% de los hogares consideran que sus ingresos no proporcionan las condiciones necesarias para su bienestar; y el 77% argumentan que les tomara más de un año en retomar el mismo nivel económico que tenían antes de la covid-19. A esto, se le suman los retos en la movilidad y en la integración del transporte público, las altas tasas de informalidad laboral, el desempleo en jóvenes y mujeres y la seguridad ciudadana.
Las ciudades sostenibles son urbes en donde existe una adecuada movilidad, creación de espacios públicos puestos al servicio de la ciudadanía, y ahorro de energía y recurso hídricos; pero, para lograr esto Barranquilla debe potencializar una cultura de la sostenibilidad, igualdad y bienestar social. Es por ello que la implementación de la política social debe ser integral y focalizada en programas sociales que genere sinergias con las metas establecidas de desarrollo sostenible. Así mismo, es importante evaluar periódicamente la eficacia de estos programas con el fin de establecer su impacto en las condiciones y calidad de vida de sus habitantes.