Publicado el 28 de mayo de 2021,
Por Oriana Álvarez
En los próximos meses será posible tener una visión más amplia de cómo responde la economía.
En días recientes el Gobierno nacional seleccionó a Barranquilla como piloto para la reapertura de distintos sectores de la economía a través del “Plan de Bienestar para la Reactivación” que permitirá la apertura económica y social luego de casi año y medio de estar operando parcialmente para reducir el nivel de contagios por la covid-19. La pandemia generó profundos impactos tanto económicos como sociales. Las empresas presentaron reducciones importantes en sus ventas, la pobreza extrema y monetaria se incrementó, existe una mayor proporción de población vulnerable, la tasa de informalidad es la sexta más alta dentro de las 23 ciudades, y, 1 de cada 9 barranquilleros que participan en el mercado laboral no consigue trabajo.
Con este anuncio, se esperan impactos positivos particularmente en generación de empleo e ingresos que ayudaran a mejorar la situación económica de los hogares y de esta manera reactivar la demanda que, según la última encuesta Dinámica Empresarial del departamento del Atlántico realizada por la Cámara de Comercio de Barranquilla, ha sido uno de los mayores problemas percibidos por el empresariado que han afectado su operación. Datos adicionales de esta entidad muestran que durante el primer fin de semana de esta medida los establecimientos recibieron 90.000 asistentes y el 20% de los comerciantes dijeron haber alcanzado las ventas esperadas.
Los retos que vienen en materia económica y social son importantes; por un lado, el éxito de este plan piloto dependerá de las medidas de autocuidado, de los efectos del paro nacional en la región, y del avance en el proceso de vacunación, y por otro, de los programas, políticas e iniciativas que se generen para recuperar las expectativas del tejido empresarial en la ciudad, y la senda de crecimiento económico lograda antes de la pandemia. Para ello se debe cambiar las prioridades en los presupuestos públicos y generar intervenciones sociales que atiendan la emergencia en la población más afectada por la pandemia como son los jóvenes, mujeres y migrantes. Pero más allá de esto, la ciudad necesita consolidar su política de desarrollo económico de largo plazo para garantizar las condiciones necesarias de crecimiento económico con inclusión social, y lograr aumentar la competitividad, productividad y generación de empleo formal. Resulta pertinente ahondar esfuerzos en: i) impulsar iniciativas clúster en sectores estratégicos con potencial de crecimiento, como son el de energía, logístico, alimentos, salud, espacios habitables y turismo de evento; ii) desarrollar programas de capacitación en la población joven en nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, el internet de las cosas, nanotecnología entre otras que les permita adaptarse a las nueva exigencias del mercado laboral, y de los procesos productivos de las empresas; iii) fortalecer unidades de apoyo empresarial y acceso a la financiación para el emprendimiento; iv) aumentar la inversión en ciencia, innovación y tecnología; v) desarrollar iniciativas y programas adicionales de transferencia montería diferentes a los del Gobierno Nacional para incentivar por ejemplo la permanencia escolar.
En los próximos meses será posible tener una visión más amplia de cómo responde la economía a este plan, ojalá podamos en algún momento retomar nuestra vida, trabajos e ingresos, pero por ahora es necesario seguirnos cuidando.