Publicado el 14 de mayo de 2021,

Por: Oriana Álvarez

El compromiso como sociedad es demostrarles a la juventud que su futuro y la situación del país van a mejorar.

Una de las características de los mercados de trabajo de América Latina, y Colombia no es la excepción, es la falta de inserción laboral de la juventud, reflejada en las altas tasas de desempleo y la precariedad en el empleo juvenil. Los recientes sucesos han mostrado que la frustración, pobreza y desesperación se constituyen en factores que amenazan la democracia y vulneran los derechos humanos. Las últimas cifras del DANE muestran la urgencia de intervenir esta problemática; la tasa de desempleo de los jóvenes creció 7.8 puntos porcentuales representando 257.000 jóvenes desempleados adicionales con respecto al mismo trimestre del año pasado. Al desagregar por género, la tasa de desempleo de las mujeres es de 31,3 % y la de hombres de 18,5 %. Del millón seiscientos cincuenta cuatro mil (1.654.000) personas desempleadas en el trimestre enero-marzo 2021, 918.000 son mujeres. Adicionalmente, el 27,7 % de jóvenes entre 14 y 28 años no están ocupados en el mercado laboral y no se encuentran matriculados en ningún plantel educativo.

Esta situación resulta preocupante por razones económicas y sociales; el mal uso del capital humano tiene impactos negativos a largo plazo en el crecimiento económico, una débil inserción laboral puede postergar la inversión en educación y aumentar la dependencia de los jóvenes a sus familias, convirtiéndose en una carga financiera. La falta de acumulación de experiencia laboral impactará los ingresos a futuro de la juventud, y la carencia de oportunidades laborales fomenta los problemas de adaptación y marginación social.

La solución a esta problemática no es fácil, sin embargo, el país debe avanzar en el desarrollo de programas en cabeza de los servicios públicos de empleo donde se puedan habilitar espacios específicos de acceso a ese “primer empleo” y generar incentivos de contratación a la población joven. Aquí se debe tener cuidado con qué tipo de iniciativas se proponen, ya que existen unas conocidas como subsidios al salario que son recomendables sobre todo en tiempos de recuperación económica, pero que se debe replantear la continuidad de las mismas una vez se retome la senda de crecimiento, por los altos costos que genera para el Estado. Lo cierto es que la ausencia de rutas de vinculación al primer empleo de los jóvenes genera tránsitos hacia la informalidad e inactividad laboral.

Existen evidencias en el mercado laboral de que muchas empresas prefieren contratar jóvenes que adultos por la flexibilidad a las condiciones de trabajo y la capacidad de adaptarse a las nuevas tecnologías. El problema radica por un lado en que esta se estaría concentrando en la población más cualificada, y por el otro en la rotación laboral de los jóvenes, ya que estos pierden el trabajo con mayor facilidad que los adultos. Es por esto que es necesario establecer medidas y políticas que respondan a las aceleradas transformaciones tecnológicas y requerimiento de habilidades y destrezas de los jóvenes para que puedan adaptarse a los cambios en el modelo productivo. El compromiso como sociedad es demostrarle a la juventud que su futuro y la situación del país van a mejorar.

Publicado en Columnas El Heraldo

 

 

 

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