Publicado el 11 de abril de 2021
Las medidas para controlar los contagios, que afectan al comercio formal y a los independientes, pueden ralentizar la reactivación económica.
Ha sido duro. Mi hermano y yo estamos viviendo del día a día desde el año pasado. Por fortuna, nos podemos ayudar entre ambos”, confiesa Julio López, un barranquillero que labora como independiente en su propio taller de litografía cerca del centro de la ciudad. Las ventas, según dice, no han sido las mismas desde hace un año por efectos de la pandemia y aunque sus esperanzas por un futuro mejor se mantengan sólidas, los picos imprevisibles de la pandemia le traen pésimos recuerdos de cuarentenas eternas que juró olvidar.
“A mí esto me ha afectado en las ventas, las cuales me han bajado muchísimo desde hace un año, porque al haber menos comercio, la gente gasta menos en litografía o en papelería (que son mis clientes) y por ende tengo menos ingresos”, confesó López.
El ciudadano precisó que si bien entiende las afectaciones económicas a su negocio, cree que los cierres de la actividad productiva que por las noches se están presentando en la ciudad “se necesitan” por el inminente colapso al que está amenazado el sistema de salud ante la dinámica avasallante del tercer pico de la pandemia.
“Estos cierres de ahora se necesitan, pero siempre afectan la economía; aunque es peor un colapso”, dijo el litógrafo.
Actividad económica reducida
Desde hace una semana, en relación con la conmemoración de la Semana Mayor, la actividad económica de Barranquilla comenzó a verse reducida por la implementación de ‘pico y cédula’, ley seca y toques de queda nocturnos, en aras de reducir la curva de crecimiento de la pandemia. A estas medidas, que fueron extendidas por una semana más, se le sumó un toque de queda extendido por todo el fin de semana en curso.
El impacto en la economía personal, de acuerdo con López, “se siente” y le “preocupa” que la próxima semana, donde también regirá el ‘pico y cédula’ y habrá toque de queda nocturno, le generen “otra semana muerta” para el negocio.
“En realidad, esta semana ha sido prácticamente una semana muerta. Bajé un par de veces al Centro y prácticamente después de las 2:00 p.m. todo está muerto (…) Con el toque de queda a las 6:00 p.m. se ha disminuido el movimiento y con ello, las ventas. A mí me afectan las medidas, pero sé que se toman por el beneficio de todos”, señaló el litógrafo.
“Las expectativas de nosotros no son buenas. Así como estuvo esta semana, la siguiente va a ser igual. Estoy esperanzado en que, de pronto, comiencen a bajar los contagios y podamos, quizás, a estar como antes de este nuevo pico, que estábamos medianamente bien, algo nos habíamos reactivado”, agregó López.
Para Rafael González (nombre cambiado a petición del entrevistado) el anuncio de un toque de queda extendido durante todo el fin de semana le llevó las manos a la cabeza en un intento por controlar la cascada de pensamientos de preocupación que sintió. “Para mí fue un balde de agua fría”, confesó. González, un barranquillero de 37 años, es la única persona que aporta ingresos a su hogar, pues su esposa se queda cuidando a su hija de dos años. Cada fin de semana a González le representa un sustento de $160 mil por los dos días que trabaja como vigilante privado residencial al norte de la ciudad, con lo cual se complementa de su trabajo entre semana como técnico en electrónica. “Por cuidarme a mí y a mí familia no estoy haciendo visitas a las casas, sino que les invito a que me lleven sus equipos a un local donde un amigo que me ayudó. Para mí el fin de semana representa un alivio y un aporte grande a mi familia. Quedarme encerrado esta jornada es extremadamente duro”, confesó.
Tanto López como González sostienen que, hasta el momento, no han recibido ningún alivio por parte de los entes gubernamentales, tanto a nivel local como nacional. “No he recibido nada. No estoy en ningún programa, ni Ingreso Solidario, ni nada. Estoy viviendo de los pocos ahorros que aún me quedan y del día a día”, señaló González.
A su turno, Yilda Castro, directora de la seccional Atlántico de Fenalco, el gremio de los comerciantes, señaló que aunque destacan el trabajo en conjunto con el Distrito y su compromiso con la situación epidemiológica actual, “las medidas desafortunadamente terminan afectando al comercio”.
“Estas medidas afectan el proceso de recuperación económica. Todavía hay empresas que no han resurgido a flote, aún están pagando deudas del tiempo que estuvieron cerradas. También vemos que en sectores que nunca han cerrado, su crecimiento tampoco fue el esperado. Entendemos la situación de salud, nunca hemos decidido qué es más importante, pero lo cierto es que estas decisiones sí afectan gravemente todo el esfuerzo del comercio formal por salir adelante y conservar el empleo”, señaló Castro.
“Barranquilla ha sido una ciudad muy pujante desde un tiempo para acá, pero desde que pusieron el pico y cédula, diferentes sectores nos comenzaron a manifestar caídas en las ventas. Desde el toque de queda, más sectores se sumaron a las pérdidas (…) Pedimos que se revisen cómo direccionamos las medidas que ataquen directamente los focos de contagio sin afectar al comercio, donde no está el foco de contagio”, agregó Castro.
¿Qué dicen los datos macroeconómicos de Fundesarrollo?
De acuerdo con el último estudio de la Fundación para el Desarrollo del Caribe (Fundesarrollo), se estima que el impacto de cada mes de aislamiento obligatorio sobre el crecimiento económico del Atlántico, se encuentra entre el 0,5% y 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB) del departamento. Es decir, por cada mes de aislamiento el Atlántico perdió $2,6 billones. Tras la pandemia durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020, cerca de 114.000 barranquilleros perdieron su empleo. “Por esta razón, las autoridades locales incentivan el uso de las medidas de bioseguridad, con el objetivo de evitar la aparición de nuevos brotes que interpongan medidas más restrictivas que generen un mayor impacto económico y social en la ciudad”, señaló a EL HERALDO Oriana Álvarez, directora ejecutiva de Fundesarrollo.
De igual forma, el tanque de pensamiento sostiene que, de acuerdo con el Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico (OCSA) de la Universidad del Norte, el 84% de los hogares en la ciudad afirman que en caso de que se decretara otra cuarentena solo alcanzarían a cubrir las necesidades básicas durante dos semanas, pues no cuentan con los recursos o ingresos para afrontar tiempos más prolongados. Citando al OCSA, el 62% de los hogares en la ciudad consideran que sus ingresos no proporcionan las condiciones necesarias para su bienestar, y bajo las condiciones actuales el 77% argumenta que les tomará un año o más retomar el mismo nivel económico que tenían antes de la pandemia.