Publicado el 20 de noviembre de 2020

Por Kelina Puche

Es gracias a la estabilidad macroeconómica que el manejo del Banco de la República le ha dado a la economía nacional.

El Banco de la República fue fundado en 1923, mediante la Ley 25 de aquel año, bajo la presidencia del conservador Pedro Nel Ospina, con un capital de 10 millones de lingotes de oro. El Banco surgió como una apuesta para generar solidez y respaldo, en un contexto de crisis económica originada por los efectos de la Primera Guerra Mundial. A partir de 1991, en el marco de la nueva Constitución, se introdujeron varias reformas al Banco Central, destacándose la constitución de una Junta Directiva independiente del Gobierno, que a su vez se constituiría en la máxima autoridad monetaria, y la prohibición al Banco de emitir créditos a particulares. El Banco dejó de ser una caja menor del Gobierno y la inflación dejó de rondar el 20% anual, lo cual ratifica que el camino tomado era el correcto.

A propósito de la decisión tomada por su Gerente, Juan José Echavarría de no aspirar a la reelección, aduciendo razones personales, totalmente respetables, el Emisor proyecta que la inflación se mantendrá por debajo del 2%, lo que además de estabilidad, le permite al país proyectar la credibilidad que ha conllevado a la recepción de créditos bancarios por parte de multilaterales como el FMI, cuyo directorio ejecutivo recientemente aprobó la ampliación del cupo en la línea de crédito flexible, de 384% a 600% (unos USD 17.300 millones de dólares) o el Banco Mundial, para hacer frente a la crisis originada por la pandemia.

Echavarría abandona el cargo tras cuatro años como Gerente, y diez como codirector, con retos pendientes en una coyuntura incierta. Cuando asumió, el país se encontraba en medio de la crisis originada por la caída de los precios del petróleo, la cual nos había conllevado a una desaceleración en el crecimiento económico de 4,5% en 2014 a 2,1% en 2016. Habida cuenta de que más del 60% de nuestras exportaciones son minero-energéticas, esto condujo a una contracción de los ingresos fiscales de la Nación, y a un desfinanciamiento de las políticas que habían permitido grandes avances en materia de progreso social. Hoy se va en medio de la pandemia de la Covid-19, cuyas medidas sanitarias condujeron a un deterioro del consumo, y una parálisis temporal del aparato productivo nacional y mundial que trajo como consecuencia el deterioro del panorama económico y puso en jaque la liquidez de la economía.

Es gracias a la estabilidad macroeconómica que el manejo del Banco de la República le ha dado a la economía nacional, cumpliendo con el mandato constitucional de controlar la inflación, que hoy Colombia tiene suficiente credibilidad para obtener créditos que subsanen la caída de los ingresos fiscales, y por ende, del consumo, y justifica su no despreciable posición de ser la primera institución que mayor confianza le genera a los líderes de opinión, según último sondeo de Cifras & Conceptos.

Sin embargo, entre las prioridades de la próxima Gerencia, que contará con nuevos miembros de junta directiva, debe prevalecer la independencia y el carácter técnico de la misma. Y asimismo, es necesario replantear el enfoque hacia el mayor reto que enfrenta la economía nacional hoy día, que es la recuperación del empleo.

Publicado en Columnas El Heraldo

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