Publicado el 23 de octubre de 2020
Por: Kelina Puche
A este panorama se juntan otros puntos positivos dentro de las finanzas distritales y otros un tanto preocupantes.
Por estos días, entre los temas de conversación, figuran las reestructuraciones en materia económica y social que la Covid-19 nos obliga a realizar como sociedad, las cuales a nivel público parten de una reorganización presupuestal y tributaria. Barranquilla no es la excepción a esta situación y la reestructuración de sus finanzas públicas deberá orientarse a corregir quizás el aspecto que más empaña los buenos indicadores que la ciudad ha presentado en materia de finanzas públicas, la alta carga operativa de su funcionamiento de cara al tamaño de la población que atiende y al monto total de la inversión que ejecuta.
Aunque, según los últimos datos de la Contaduría, el Distrito presentó la contracción más alta dentro de las cinco ciudades principales en los ingresos totales por habitante, esta disminución fue motivada mayormente por la caída de los ingresos de capital, la cual a su vez está asociada al desuso del crédito como fuente de financiación durante este año frente a 2019. En otras palabras, los ingresos de la ciudad se redujeron 22% respecto al primer semestre del año anterior, porque la ciudad no se endeudó más, como consecuencia de estar al límite de endeudamiento establecidos por la ley, incluso flexibilizado durante la pandemia, y porque los ingresos tributarios de mayor peso, como el impuesto predial y el de industria y comercio, se contrajeron como resultado lógico de la coyuntura económica, debido a factores como la pérdida de ingresos de la población y el aumento del desempleo.
A pesar de esto, y aun cuando la ciudad ocupa el primer y segundo lugar entre las ciudades principales en materia de recaudo per cápita del impuesto predial e industria y comercio, Barranquilla se muestra entre sus pares con una mayor carga administrativa para funcionar. Mientras Medellín gasta 12 pesos en funcionamiento por cada 100 pesos gastados en inversión, Barranquilla gasta 20 en funcionamiento por cada 100 destinados a inversión, y aunque la experiencia del primer pico de la pandemia llegó primero que en el resto de ciudades del país, este patrón también fue el más alto durante el mismo periodo del año pasado (periodo sin pandemia).
A este panorama se juntan otros puntos positivos dentro de las finanzas distritales y otros un tanto preocupantes. A destacar, se puede mencionar que los compromisos destinados a cubrir las obligaciones de la deuda en 2020 alcanzaron el 100% a corte del 31 de junio, lo cual evidencia el compromiso de la administración por honrar sus obligaciones, mandando un mensaje de confianza para el sector financiero, teniendo en cuenta la anunciadas intenciones de nuevas formas de endeudamiento. Pero por otro lado, la caída del recaudo en tributos de destinación específica como las estampillas debe ser gestionada estratégicamente con el objetivo de no desfinanciar la prestación de servicios básicos, como el funcionamiento de la red hospitalaria, entre otros.
A las luces de estos datos, se puede argumentar que las finanzas públicas de la ciudad se encuentran mejor de lo que podrían haber llegado a estar bajo una coyuntura como la que atravesamos. No obstante, el reto está en lograr más con menos, lo que nos lleva a pensar que nos hace falta el centavo para tener el peso.