Publicado el 9 de octubre de 2020,

Por Kelina Puche

Entre 2010 y 2019, en la capital del Atlántico se crearon 383 mil nuevos puestos de trabajo, mientras que Medellín hizo lo propio con 640 mil.

En el vocabulario del mercado laboral, la población en edad de trabajar se divide entre la población económicamente activa, grupo que componen quienes están trabajando, o quienes si bien no tienen empleo, siguen buscando, y la población inactiva, que es la que comprende el grupo de personas que están sin trabajar y dejaron de buscar trabajo, porque no necesitan, no pueden, no están interesadas, no les llama la atención o creen que no vale la pena trabajar.

A propósito, Fundesarrollo publicó recientemente un análisis comparativo del comportamiento del mercado laboral entre las ciudades de Barranquilla y Medellín en la última década.

Entre 2010 y 2019, en la capital del Atlántico se crearon 383 mil nuevos puestos de trabajo, mientras que Medellín hizo lo propio con 640 mil. Sin embargo, en la actualidad, la capital antioqueña se devolvió a niveles de empleabilidad anteriores a 2010, donde el porcentaje de creación de nuevas plazas de trabajo pasó de un 16% entre 2010 y 2019, a un 0% en el 2020 respecto al 2010; mientras tanto, Barranquilla todavía mantiene una variación positiva del 10% respecto al 2010.

Sucede que antes de la pandemia, mientras en el Valle de Aburrá se venía gestando una dinámica de creación de empleo formal, en detrimento del crecimiento de la informalidad y el número de ocupados informales, lo que evidenciaba un mejoramiento de la calidad del empleo ofrecido en esa ciudad, en Barranquilla el crecimiento se evidenció en ambas series (formales e informales).

En Medellín, la dinámica de pérdida de empleos se centró en los denominados ‘perdedores antiguos’, que son los sectores que ya venían evidenciando decrecimiento desde antes de la pandemia, como lo son: la industria, las actividades artísticas y de entretenimiento y el comercio, mientras que en Barranquilla, los puestos de trabajo perdidos se concentraron en ‘perdedores recientes’, que son los sectores que contaban con una variación positiva entre 2018 -2019, pero su dinámica en generación de empleo se perjudicó llegada la pandemia, como: actividades artísticas y de entretenimiento, industria y comercio.

Sin embargo, en Medellín y su área metropolitana, encontramos que el sector formal ha puesto la mayoría de los puestos de trabajo destruidos, seguido de los trabajadores por cuenta propia (informales) han hecho lo propio con el -1,8%. En cambio, si bien en Barranquilla el empleo formal ha contribuido en un -9,5% en la pérdida de puestos de trabajo, los informales hicieron lo propio con un -6,7%, y el empleo doméstico con un -1,2%.

No obstante, para el período junio-agosto se empezó a consolidar en la capital de Antioquia un descenso en el ritmo de la pérdida de ocupados, situándose por el orden del -14%. Mientras tanto, en Barranquilla la tendencia decreciente persiste, al mantener la pérdida de ocupados en el -19% y un aumento en los inactivos que no cede en su crecimiento, cerrando agosto con una variación del 29% respecto al 2019. El considerable aumento de inactivos en Barranquilla nos debe conducir a una reflexión en torno al aumento de la calidad del empleo que se está ofreciendo en la ciudad para estimular su búsqueda, y emprender ese proceso de transformación hacia el empleo formal que necesita la ciudad.

Publicado en Columnas El Heraldo

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