Publicado el 7 de mayo de 2020
Las micro, pequeñas y medianas empresas, que concentran gran parte del empleo y del tejido productivo del país, están en dificultades. Muchas se quejan de que no llegan los recursos y que los tiempos se agotan. ¿Qué pasa?
En 1892, Mortimer De Lima fundó en Barranquilla Fundiciones De Lima. Hoy, la cuarta generación de la familia administra la empresa dedicada a fabricar accesorios para las redes de acueductos, como rejillas para desagües, distribuciones de medidores, válvulas y tubería en hierro dúctil.
El sector de aguas mantiene sus operaciones básicas en medio de la cuarentena, pero hoy Fundiciones De Lima atraviesa una situación compleja. “Lo que venía creciendo se paró en seco. Triple A de Barranquilla, Aguas de Cartagena y la empresa de acueducto de Sincelejo nos pidieron seguir operando mientras pasa la cuarentena. Por eso seguimos trabajando, pero con una producción al 15%. Todo lo demás se paralizó desde el 25 de marzo”, dice Rodrigo De Lima, gerente de la compañía.
La empresa tiene 150 empleados y facturó en 2019 $24.000 millones. Puede producir entre 150 y 180 toneladas de hierro dúctil fundido en accesorios. Además exporta a Panamá y Costa Rica.
En la actualidad tiene 50 empleados en la planta y otros 100 en casa, en vacaciones colectivas anticipadas. “El problema es caja”, dice De Lima. “Teníamos recursos para pagar la quincena del 30 de marzo y parte de la del 15 de abril. Dios proveerá para la del 30 de abril. Para la quincena del 15, le dijimos a la gente que íbamos a pagar el 70% entre el 15 y el 16 y entre el 18 y el 20, lo demás. Nunca lo habíamos hecho, pero la gente lo entendió”.
¿Y los anuncios del Gobierno? “De los bancos solo hemos recibido que hayan rodado a tres cuotas las obligaciones financieras. Duramos 19 días desde el inicio de la cuarentena detrás de los bancos. Les firmé cualquier cantidad de pagarés a uno y a otro, pendientes de sacar una línea de crédito y nada. Al final tocó romper esos pagarés porque la alta gerencia del banco cambió las condiciones. Lo voy a decir clarito: una cosa es lo que dicen allá arriba y otra cosa es lo que padecemos. No ha habido una línea de las tantas que han hablado que les haya dado a una empresa como la nuestra. No sé cómo será para las que están comenzando y las pequeñas que no tengan historia comercial”, sentencia De Lima.
La historia se repite hoy por miles. Las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) suman en Colombia cerca de 1,6 millones de compañías, según Acopi. Representan más de 8 millones de empleos formales, 99% del tejido empresarial y 40% del PIB.
Su mayor problema hoy es el flujo de caja: no tienen ingresos y las pocas que tienen ahorros los están agotando. Según Rosmery Quintero, presidente de Acopi, 82,43% de las Pymes consultadas en una encuesta manifestó no contar con recursos para enfrentar esta situación.
De acuerdo con un análisis de Corficolombiana, las grandes empresas en Colombia, en un escenario de cero ventas, podrían tener un margen de maniobra de entre 1 y 2 meses. Han aparecido cálculos con distintos rangos de ‘aguante’, pero más allá de considerar los flujos de caja, la liquidez y los distintos escenarios financieros, hay dos cosas claras. Una, la sorpresa y lo imprevisto de la situación que llevó a casi apagar la economía; y dos, como explica Julieta Dorado, una empresaria del Valle del Cauca: “las Pymes no tenemos ahorros ni caja. La plata la movemos a diario y vivimos del día a día”, sentencia.
La gran preocupación es cuidar el empleo. Los analistas coinciden en que, si se destruyen puestos de trabajo, recuperarlos en el corto plazo será muy difícil. Sin embargo, no será fácil. La parálisis de la actividad económica tiene a la economía en cuidados intensivos. Fedesarrollo en su más reciente informe plantea el mejor de los escenarios en una caída en la economía de 2,4%. Y espera que la tasa de desempleo aumente a un rango entre 15% hasta más de 20%.
Por su parte, el Gobierno también se alista para recibir un gran número de empresas a régimen de insolvencia –reestructuración de deudas o liquidación–.
En total hay 2.427 empresas en régimen de insolvencia y de ellas 208 son micro; 976 pequeñas y 802 medianas. Es decir, más de 80% de las empresas son Mipymes.
Proyecciones de la Superintendencia de Sociedades plantean que a más pequeña la empresa, más expuesta está de volverse insolvente y hace cálculos de lo que puede pasar.
En el escenario optimista, con un crecimiento de PIB 2% y una contracción industrial de 1,4%, unas 1.580 empresas podrían declararse en insolvencia. En el moderado, donde se estima que el PIB crezca 0,6% y con una caída industrial de 2,7%, unas 2.301 compañías serían las que se irían a insolvencia. Y en el pesimista, con un registro de la economía de -1,9% y la contracción del PIB industrial del 4,9%, unas 2.676 empresas se someterían a ese modelo. Pero la caída puede ser superior a -2%.
“Los efectos macroeconómicos y microeconómicos de la coyunta del virus covid-19 podrían contraer la economía a tal punto que este inventario de procesos de insolvencia aumentaría entre 4.280 y 5.376”, dice la entidad en su informe.
¿Cómo sobrevivir?
Al cierre de esta edición, el Gobierno ya había dado vía libre a la reactivación de algunos sectores clave en el desarrollo económico, como construcción, obras civiles y manufacturas.
Uno de los principales objetivos es mantener los empleos y darles a las empresas flujo de caja y liquidez para atender sus obligaciones, en especial, las de nómina.
En el tema laboral, las empresas mandaron a sus trabajadores a vacaciones, otras concertaron licencias no remuneradas, unas más ya iniciaron procesos de suspensión de contratos y otras han despedido empleados. Incluso algunas han acordado con sus trabajadores reducir sus salarios.
Allí no hay mucho margen de maniobra y por el contrario están a la espera de decisiones, como el pago de parafiscales. De otro lado, Fenalco propuso un esfuerzo tripartito para atender la nómina de los trabajadores: que los empleadores asuman una tercera parte, el Gobierno otra tercera parte y los empleados disminuyan sus ingresos.
En el frente de los recursos, el Gobierno empezó a alistar la artillería para ayudar a las empresas, luego de atender en forma prioritaria las necesidades de la salud y de las personas más vulnerables.
Para esta ayuda empresarial en sus procesos de liquidez, Bancoldex sacó dos líneas: Colombia responde por $250.000 millones; y Colombia Responde para Todos con $350.000 millones. Además, puso en operación las primeras 4 líneas regionales que suman más de $300.000 millones, y se alistan planes para otras 20 regiones. Estos recursos, en más de 70%, según esta entidad financiera, van para Mipymes.
Y la otra movida, fue por el lado del respaldo: el Fondo Nacional de Garantías (FNG) sacó garantías que respaldan en $12 billones para nómina, $3 billones para capital de trabajo y un billón para independientes. Y pasó de una cobertura de garantías de 60% a 90%, disminuyendo los riesgos para la banca, llamada a hacer los préstamos. Sin embargo, ahí estalló Troya.
Al parecer, el Gobierno creyó que con la garantía los bancos iban a hacer las cosas rápido, pero eso no funcionó.
Las quejas sobre las dificultades para acceder a los recursos fueron aumentando. En el Congreso, en debates de control político acusaron a los bancos de no irrigar estos recursos.
Hasta el presidente Iván Duque entró en el debate. En una entrevista en La FM se despachó: “No voy a permitir que haya instituciones que quieran actuar como vampiros”.
La respuesta de los bancos llegó al final de la semana. En un comunicado de Asobancaria, señalan que desde que inició la problemática ocasionada por la covid-19 han implementado una serie de medidas con el objetivo de aliviar el flujo de caja de las personas y empresas afectadas por la emergencia sanitaria, social y económica.
“Estas medidas han beneficiado a más de 6 millones de colombianos, personas y empresas, que han podido obtener periodos de gracia y refinanciar sus créditos por un valor total de $137,5 billones”.
Agregan en su comunicado que se crearon nuevas líneas de crédito dirigidas a profesionales independientes, micro, pequeños y medianos empresarios afectados por la emergencia económica –que cuentan con respaldos de hasta 90% del FNG–. Desde el 20 de abril y hasta el viernes 24, los bancos han realizado 54.789 solicitudes de garantías equivalentes a $4,6 billones, que se convertirán en créditos para el pago de nómina de 32.613 pymes y microempresas beneficiadas, por un valor equivalente a $2,8 billones.
“A esto se suman $23,5 billones desembolsados en otras líneas de crédito entre el 24 de marzo y el 17 de abril. De estos, $18,8 billones fueron para Pymes y grandes empresas y $2,3 billones para créditos de consumo de personas naturales”.
Sin embargo, muchas de estas Mipymes ya venían con una alta carga de deuda. “Tener la gente sin producir es un gasto y genera unos problemas de pasivos; después podemos terminar no siendo sujetos de crédito porque los indicadores se van a desmejorar mucho. Se va a generar un pasivo sin estar produciendo”, dice el empresario Álvaro Manotas.
Las propuestas
Por eso ahora, en medio de la discusión de los recursos vía crédito a las empresas para pagar sus nóminas, llegan propuestas mucho más agresivas.