Desde diferentes puntos de vista, tres personas explican las razones por las que se encuentran entre la población inactiva en el mercado laboral.
Padre de un joven de 14 años que es estudiante de bachillerato, Ramón (quien no quiere compartir su nombre real) asegura que es su esposa la que lleva las riendas del hogar en términos económicos.
“Para ser sincero, desde hace un año no he metido más hojas de vida, ¿para qué? si no me sale nada, lo más lejos que llegué fue a una entrevista, pero nunca me llamaron”, explica con una mueca en su rostro.
Ramón, quien se dedicaba a realizar servicios generales en una compañía del sector industrial de Barranquilla, dice que a veces le salen algunas “marañas” o “rebusques” con lo que consigue algún dinero para ayudar a su esposa con los gastos del hogar.
Si a Ramón lo hubiera encuestado el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en desarrollo de su Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), estaría clasificado dentro de la población inactiva. Esta comprende a todas las personas en edad de trabajar que en la semana de referencia (en la que se hace la encuesta) no participan en la producción de bienes y servicios porque no necesitan, no pueden o no están interesadas en tener actividad remunerada.
Al mismo grupo de inactivos en que ahora está Ramón, quien comparte el arriendo de una casa de tres habitaciones con su hermana y su familia en el barrio Cevillar, también pertenecen estudiantes, amas de casa, pensionados, jubilados, rentistas, inválidos (incapacitados permanentemente para trabajar) y personas que no les llama la atención o creen que no vale la pena trabajar.
En el informe del mercado laboral publicado por el Dane, en el trimestre abril a junio de este año, en Barranquilla, la población inactiva estaba en 561 mil personas, mientras que en el mismo periodo de 2018 llegaba a 525 mil personas. La cifra a nivel nacional para junio fue de 14,5 millones de personas frente a 13,8 millones en igual trimestre de 2018.
Según la directora de Fundesarollo, Kelina Puche, la población inactiva ha tenido una tendencia creciente en los últimos años, acentuada en el trimestre abril – junio de 2019 respecto al mismo periodo del año pasado. El crecimiento fue de 36 mil personas inactivas para Barranquilla y su área metropolitana.
Puche explica que el crecimiento puntual de esta población está vinculado a la dedicación hacia oficios del hogar, donde son las mujeres el principal grupo poblacional que tiende a abandonar el mercado laboral para dedicarse a ser amas de casa.
Según el Dane, este año entre abril y junio fueron contabilizadas 237 mil personas dedicadas al oficio del hogar en Barranquilla, mientras que en el mismo periodo del año pasado había 209 mil. Esto quiere decir, 28 mil personas más, la mayoría son mujeres.
“Y es que luego de tener como razón de salida, la culminación de un trabajo de índole temporal, son las responsabilidades familiares la razón del abandono del mercado laboral”, explica la experta.
El profesor de economía de la Universidad del Norte Leopoldo Gómez afirma a su vez, que la decisión de desistir del ingreso al mercado laboral puede darse por diferentes motivos, algunos como: problemas de salud o poco éxito en las búsquedas. Explica que este es un fenómeno que en el ámbito económico se denomina como histéresis, “que es la idea de que como ya no logras conseguir empleo durante mucho tiempo te das por vencido”.
La barrera de la edad es otro de los factores que dificultan el encontrar empleo, pues no es frecuente que las empresas contraten personas mayores de 40 o 45 años de edad.
Un estudio realizado por Fundesarrollo sobre el mercado laboral de los jóvenes en la Costa Caribe y publicado en mayo de este año revela que en 2018 la tasa de desempleo joven en Barranquilla fue de 16%; en Cartagena de 18% y Montería de 21,5%.
Estos porcentajes duplicaron las tasas de desempleo global. “Los jóvenes de la región Caribe están abandonando el mercado laboral, encontramos que el indicador de los jóvenes entre 14 y 28 años de edad que ni estudian ni trabajan, a quienes se les llama ‘NiNi’, es mayor en Cartagena (15,4%) y Barranquilla (13%) que en otras ciudades del país”, dijo en su momento la investigadora Valentina Villa.
La investigación mostró que el problema que enfrentan los jóvenes en la región no es de acceso al mercado laboral, pues no tienen barreras para ingresar a este, sino de precariedad en la calidad de los empleos.
Las condiciones laborales llevan a que los jóvenes dejen el mercado, pues no ven que su nivel de formación se refleje en una mejor calidad de empleos y en materia salarial. Paradójicamente, Cartagena, Montería y Barranquilla mantienen la menor participación de los jóvenes en el mercado laboral.
El aumento de la población informal influye en la tasa de desempleo, pues la menor presión hace disminuir la tasa de desempleo, no porque se esté creando más empleo, sino porque hay menos gente buscando uno.
Para Luis Fernando Garrido encontrar un trabajo no es una prioridad en este momento, este joven está enfocado en esperar a recibir su grado como administrador de empresas para comenzar a buscar lo que sería su primer empleo profesional.
“Terminé académicamente y estoy esperando a que me asignen las prácticas, pero esto tomará un tiempo porque debo resolver algo con una materia”.
Luisfer, como le dicen sus amigos y familiares, ya obtuvo un título de técnico laboral, pero no está interesado en obtener un trabajo solo con este título. “No es lo mismo que te contraten como profesional, se pueden obtener mejores condiciones”, explica.
Sin embargo, este joven considera que para encontrar un buen empleo se debe acudir a algún político. “Esto es triste, pero es la verdad”, señala. Asegura que eventualmente se dedica a la música para obtener algunos ingresos.
Los días para Mirtha Rodríguez comienzan muy temprano y apenas se levanta se dedica a preparar el desayuno para su esposo y sus hijos. “Tengo dos hijos, una niña de 17 años que está en bachillerato y un joven de 22 años que es estudiante universitario”, cuenta Mirtha, una mujer de 52 años quien hasta hace dos trabajaba en un almacén de vestuario en Barranquilla.
“Hace dos años dejé el empleo en el almacén, pero por la edad no pude conseguir trabajo, desde entonces estoy dedicada a mi hogar”, indica. Recuerda que cuando terminó su vida laboral, su hogar solo dependía del ingreso de su esposo y debieron ajustar los gastos. “Fue un momento difícil, pero ahora hay momentos en los que vendo perfumería y eso me ayuda, además voy a estudiar cosmetología para dedicarme a eso”, indica.
Explica que una vez su esposo y sus hijos se van, hace el aseo o lava la ropa y luego prepara el almuerzo. “En la tarde preparo la cena y en la noche salgo a caminar al parque, los fines de semana salgo a visitar a mis hermanas”, asegura.
Mirtha, de acuerdo con la clasificación que hace el Dane, estaría en la población inactiva, es decir quienes no trabajaron ni buscaron trabajo y se dedicaron a los oficios o quehaceres de su propio hogar como lavar, cuidar niños, cocinar, etc. o a dirigir el trabajo de empleados domésticos en su propio hogar. Sin embargo, estudios recientes se enfocan en esta población ya que tienen en su manos la mayoría de las decisiones de compra del hogar, a esta se dirigen muchos mensajes publicitarios y cada vez más, las marcas buscan ganar su atención. Un estudio de la división de consumo masivo de Kantar indica que en América Latina la mitad de los hogares conformados por millennials se las arregla con un solo ingreso, ya que el 50% de las amas de casa no realiza trabajo fuera del hogar. Además, del 50% de las amas de casa que tiene un trabajo remunerado, solo el 27% labora tiempo completo.