Diferentes perspectivas en torno a cuál es el papel de la academia en la crisis migratoria fueron ofrecidas durante el simposio que se llevó a cabo el 26 de julio en el salón 21K. La psicología, el derecho, la economía, la ingeniería industrial y la política estuvieron representadas por docentes e investigadores para dar una vista global de lo que ha ocurrido en diferentes lugares del mundo y, especialmente, la experiencia que ha vivido la región y el país con la migración venezolana.
“Uno de los propósitos que tenemos con este evento es generar ese espacio para que se dé una interacción entre la academia y los actores que están participando en la formulación de estrategias, para resolver los problemas generados por la crisis migratoria”, manifestó Gina Galindo, docente del departamento de Ingeniería Industrial y una de las organizadoras del evento.
Shirley Llaín, profesora del departamento de Derecho, comentó que la integración de la academia al programa se ha hecho de manera empírica y, desde la perspectiva jurídica, hace falta más trabajo interdisciplinar para convertir en números las situaciones que los abogados con enfoques de derechos humanos se están enfrentando día a día.
De igual forma, Kelina Puche, directora de Fundesarrollo, señaló que una de las problemáticas que poco a poco se ha ido atacando es la falta de datos. Aseguró que la academia ha “elevado el debate de política pública” gracias a su participación con y el levantamiento de información directa que ha permitido desvirtuar mitos como que se ha disparado la informalidad en el mercado laboral, o que la migración disparó los índices de pobreza.
La migración será uno de los grandes temas de la humanidad a futuro, puntualizó Duncan Lawrence, investigador de Stanford University, quien trabaja por facilitar la integración de estas personas con proyectos en 10 países del mundo. El politólogo señaló que las políticas anti inmigración que utilizan la infraestructura, como la pared que Estados Unidos construyó en 2007 en la frontera con México, son muy costosas y poco efectivas.
No obstante, advirtió que hay poca evidencia de programas de integración efectivos, y que en muchos casos, solo se concentra en el componente empleo del migrante y se dejan de lado otros elementos necesarios para llevar a cabo una transición satisfactoria.
En su intervención, Jorge Palacio, docente del departamento de Psicología, aprovechó para hablar de la investigación que lleva a cabo sobre la adaptación psicosocial de los venezolanos en la región. El profesor comentó que tuvieron en cuenta cuatro estrategias de aculturación: integración, asimilación, segregación y marginación. La pregunta era cuáles de ellas son las más comunes dentro de los venezolanos en la región.
La primera consiste en que acepta la nueva cultura pero aún recuerda, vive y valora los elementos culturales propios de sus raíces; la segunda significa que el inmigrante deja de lado sus costumbres para adquirir nuevas, la tercera (segregación) se da cuando se aísla de la sociedad receptora y se queda junto a los inmigrantes, mientras que la marginación es cuando se separa completamente de todo, rechazando tanto a sus raíces, como a la nueva cultura. De la muestra tomada, Palacio manifestó que de manera preliminar, hallaron que alrededor del 40% se encuentra en situación de segregación, 35% en integración; mientras que la marginación no llega al 10% y la asimilación está hacia el 15%.
Sandra Villa habló sobre el diagnóstico que desde la red jurídica y sociojurídica nacional se encuentran realizando sobre la situación, en términos de derechos humanos, de los venezolanos en el país. La docente de la Universidad Libre señaló que en el nodo norte se han enfocado en el acceso a la salud de las migrantes en Barranquilla. Una de las debilidades que identificaron fue la débil gestión de información, y por esto, recalcó, la importancia de trabajar en conjunto para llenar los vacíos de una situación tan compleja como es la recepción de migrantes ante una crisis.
Por Leonardo Carvajalino