Publicado el 1 de julio de 2019

Interesante fue la discusión de la semana pasada sobre la situación de Barranquilla, en el marco de los foros regionales adelantados por Fescol, el Foro Nacional Ambiental, EL HERALDO y Uninorte.  Kelina Puche, de Fundesarrollo, presentó los logros económicos de Barranquilla, expresados en las bajas tasas de desempleo, la dinámica en creación de empleo, la disminución de la pobreza  y la mayor inversión per cápita. Pero también mostró la cara de la desigualdad en nuestra ciudad, pues desde  2016 el coeficiente de Gini de concentración del ingreso empezó a subir, y de seguir esa tendencia, retrocederemos a cómo estábamos en 2012. Este coeficiente  (0,443), aunque inferior al promedio nacional, empezó a crecer de nuevo. Además, la desigualdad en la ciudad es mayor en calidad de la educación que en otras ciudades, y lo mismo pasa con las pruebas Saber 11. En mi concepto, ello indica que toca trabajar mucho en términos de equidad en todos los frentes, lo cual trasciende obviamente la dinámica del concreto.

Nuestra ciudad espacialmente es bien excluyente,  donde a pesar de los logros, hay una tremenda desigualdad. Por otro lado, los logros económicos se empañan con una excesiva informalidad laboral superior al promedio nacional, lo cual genera bases endebles en términos de demanda interna. Si no fuese por las transferencias sociales, el deterioro en ingresos fuese peor. Ya es hora de que se revise además la excesiva tributación local pues afecta a los empresarios y a los hogares medios y altos. A raíz de la nueva ley sobre avalúos, en El Tiempo se publicó un análisis (junio 21/19) donde resultó que Barranquilla incrementó el recaudo real en predial desde 2015, en un 16,8%, lo cual sobrepasó exageradamente a Bogotá(5%), Medellín (0,2%), Cali (2%) y Cartagena (5.1%). Aquí se ha estrujado a los sectores medios y altos para financiar las grandiosas obras, con márgenes de ganancia que nadie sabe a cuánto ascienden, dada la pasividad de los gremios locales en este tema. Uno extraña aquellas épocas en que Beatriz Vélez, presidente del Intergremial,  luchaba contra el uso y abuso de las estampillas Prohospitales, jugosa concesión que nunca termina de construir pasos y caminos.

En lo ambiental, el balance de lo ambiental fue desolador. Juanita Aldana, de Uninorte, demostró en su investigación doctoral cómo se ha ido destruyendo el bosque tropical seco en el afán expansivo del capital constructor. Urge ya la creación de áreas protegidas en el Distrito para que no acaben lo poco que queda. Si uno añade los problemas de las aguas servidas vertidas en el Rio Magdalena sin mayor tratamiento en el sector justamente hacia el malecón, ello nos indica que el tema ambiental está crudo en la ciudad, y que el problema no se limita a sembrar los costosos arbolitos de ‘Barranquilla Siembra’. El ente ambiental Barranquilla Verde  es muy débil. La ciudad, en su crecimiento desordenado desde la Colonia, ha perdido el 87% de su ecosistema, con erosión, contaminación y sedimentación. Se dijo que una ciudad sin democracia no puede ser sostenible. Acá se ha construido una hegemonía económica y política que ha subsumido a los grupos políticos del régimen. Lord Acton dijo: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. En este mundo líquido, nada dura para siempre.

Publicado en El Heraldo

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