Publicado el 2 de junio de 2019
Por Jairo Parada
Muy interesante ha sido el informe que Fundesarrollo ha entregado a la ciudad sobre la evolución tributaria del Distrito de Barranquilla en diez años, desde que comenzó la hegemonía Char. El informe revela que el activismo tributario sobre los ciudadanos ha sido intenso pues el impuesto predial representaba el 23% de los recaudos en el 2008, pasando a un 31% en el 2018, lo cual indica que el esfuerzo fiscal se basó en castigar a los sectores empresariales y a los estratos medios y altos, con mayores avalúos, fenómeno que sin duda se repetirá pronto dado que el Distrito ya controla su base catastral. El impuesto de industria y comercio pierde participación del 42% al 32%, lo cual no debería haber ocurrido dado el crecimiento económico de la ciudad. El éxito tributario también se basó en las dos valorizaciones que se hicieron, y los continuos aumentos de tasas y multas, que llevaron a un incremento de estos recaudos no tributarios a un crecimiento anual real del 25%, lo cual resulta impresionante. Sin duda, las obras que hoy enorgullecen a la ciudad fueron pagadas en parte con los esfuerzos de los ciudadanos. Si esta hegemonía continúa, prepárense para pagar por el famoso superpuerto y el tren ligero, que tendrán que ser cubiertos en parte por nuestros sufridos bolsillos, a pesar de que deben estar exhaustos con una economía que se enreda cada vez más. El informe destaca los aciertos en lograr cofinanciación de la Nación lo cual sin duda refleja gestión. En materia de inversión el informe muestra el logro de una inversión per-cápita bien alta comparada con el resto de las ciudades colombianas, superando a Bogotá e incluso a Medellín.
La otra cara de la moneda se refleja en el lenguaje técnico del informe, lo que he calificado siempre como la “prosperidad al debe”. Terminamos el 2018 con una deuda pública de más de $1,14 billones, la cual, comparada con los ingresos corrientes del Distrito, ya era del 90%, mientras que en el 2010 era apenas del 59%, lo cual revela la apretazón en el flujo de caja que se irá agravando en los próximos años. Se ven las obras, pero también las tremendas deudas que tendremos que cubrir. El informe es explícito en manifestar su preocupación por las vigencias futuras hasta el 2035 y los problemas de estimación de los pasivos contingentes, lo cual implica depurar más los balances. También toca mirar los entes descentralizados que están en problemas. Alguna vez alguien de mi edad me decía que a él no le importaba la deuda, pues ya disfrutaba las obras. Será razonable para su visión particular pero no para la sostenibilidad de una ciudad. Todavía no se tiene un análisis claro de las vigencias futuras, pero pueden ser varios billones adicionales de deuda. En inversiones, lo social se ha financiado con las transferencias, como es obligación del Distrito. El resto se ha ido a la dialéctica del concreto, con su grupo preferido de contratistas, la cual revela incluso problemas como la tragedia que viven los ciudadanos en la zona del Hospital, con diseños lamentables. Mucho que corregir en la agenda de ciudad.