Arena del Río generaría 17 mil empleos y $2,68 billones de valor agregado para Barranquilla en sus primeros 4 años. Este megaproyecto puede hacer de la ciudad un centro internacional de cultura y entretenimiento, pero demanda ejecutar acciones articuladas para mejorar sus condiciones.

Publicado el 28 de abril de 2022

Editorial EL HERALDO

El complejo de Arena del Río tiene todo el potencial para convertir a Barranquilla en el epicentro de operaciones líder en entretenimiento de Colombia y países del Gran Caribe. Pero hacerlo posible dependerá no solo del proyecto en sí mismo que, dicho sea de paso, es alucinante, sino también de una eficiente articulación entre los sectores público y privado que deberán, una vez más, sumar esfuerzos para superar los múltiples desafíos que una iniciativa tan ambiciosa como esta pone por delante.

Las cifras de su impacto socioeconómico, analizadas por investigadores de la compañía británica Sound Diplomacy –con el respaldo de Fundesarrollo– son considerables. En términos de crecimiento del PIB, empleo y turismo, estas proyecciones pronostican importantes avances para Barranquilla y los municipios del Atlántico, inicialmente por la construcción del centro de eventos y luego durante su operación futura. Una oportunidad de oro para situar al departamento en el centro del interés internacional.

Desmenuzando los datos, que no son pocos, Arena del Río generaría, entre 2022 y 2026, 17.460 empleos directos e indirectos. La mayor parte de ellos a lo largo de su construcción, 3.200 para cubrir las plazas que demandará su funcionamiento una vez abra sus puertas y 2.713 asociados a la industria del turismo local. Sumando los distintos componentes, entre ellos la inversión de los empresarios privados en la obra, su entrada en operación y el gasto de los 1,4 millones de visitantes nacionales y extranjeros que su oferta de entretenimiento atraerían anualmente, el complejo aportaría $2,68 billones de valor agregado a Barranquilla en sus primeros cuatro años: ¡un derrame económico sin precedentes!

Si bien es cierto que la industria de la música con eventos en vivo, en especial tras la pandemia, está creciendo a una velocidad notable, quienes decidan venir a nuestra ciudad no lo harán simplemente para disfrutar de un buen concierto. Estos visitantes, muchos de ellos con alto poder adquisitivo, demandarán una serie de servicios que, digámoslo con franqueza, no estamos en capacidad de ofrecer. Así se debe entender porque de lo que se trata es de hacer todo lo que haga falta para poder subirse a la ola de desarrollo social, cultural y económico que ofrece Arena del Río. Lo valioso del estudio es que también señala la hoja de ruta a seguir para resolver esos retos pendientes.

El primero de ellos, las necesarias mejoras en el servicio de transporte público dentro de la ciudad, con el resto del departamento y la Costa. La infraestructura aeroportuaria, así como las rutas internacionales y frecuencias, está lejos de ser idónea para la aspiración de Barranquilla de ser un hub de entretenimiento y negocios para América Latina y Estados Unidos. Si esto no cambia en el corto plazo no será viable convertirnos en punto de referencia para los actores de la industria musical. En este sentido, se requiere explorar nuevas rutas desde y hacia la ciudad con prontitud. También se debe fortalecer la actual formación en bilingüismo, en servicio al cliente, herramientas de trabajo, talleres de empleabilidad, además de la profesionalización de los agentes turísticos.

Otro asunto prioritario pasa por favorecer condiciones que permitan extender la agenda del Carnaval. Barranquilla es reconocida, dentro y fuera del país, como una ciudad con una incomparable oferta cultural y de entretenimiento, pero esta no puede reducirse a cuatro días al año. Invertir en arte y cultura, destinando muchos más recursos del presupuesto público y de la empresa privada, es clave para impulsar el sector de las industrias creativas, ofreciendo más oportunidades a artistas y gestores, pero sobre todo asegurando una suficiente cantidad y calidad de oferta cultural para todo el año que cubra la demanda de eventos de ocio nocturno. Lo que precisará de una gerencia o de una oficina de Economía Nocturna para la Barranquilla que no duerme.

El camino está trazado. Sería conveniente que, haciendo gala del compromiso expresado de manera pública, las autoridades locales en coordinación con el sector privado del Atlántico fijarán compromisos claros para dar cobertura a las demandas de un proyecto tan significativo como ilusionante que apuesta por hacer de la cultura el centro del desarrollo socioeconómico de este departamento. Tenemos con qué, pero no se puede dejar nada al azar.

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