Publicado el 11 de junio de 2021,
Por: Oriana Álvarez
El riesgo asociado a esta medida sigue siendo alto, sin embargo, el éxito dependerá de poder hacerlo de manera segura.
La pandemia de la covid-19 ha generado los cierres más grandes de la historia de los sistemas educativos afectando, según cifras de la Unesco, alrededor de 1.6 billones de estudiantes en más de 190 países en todo el continente. La suspensión de clases en todos los niveles educativos como parte de las medidas adoptadas para contrarrestar los efectos del virus impulsó la necesidad de desarrollar nuevas formas de impartir la educación a través del uso de la tecnología, y demostró que las escuelas ofrecen otros roles adicionales al académico. En países en desarrollo llevar la escuela a casa impactó además de las trayectorias educativas de los estudiantes, la nutrición, el acceso a la conectividad necesaria para el aprendizaje en línea, servicios de salud mental y actividades recreativas, sobre todo en la población más vulnerable.
Los retos asumidos en esta coyuntura para las escuelas han sido amplios; la necesidad de mantener la continuidad educativa generó cambios y flexibilización en los currículos no solo porque no han sido diseñados para la virtualidad, sino también porque existen competencias y aprendizajes que cobran mayor relevancia en el contexto actual, y exigen una priorización y revisión de la pertinencia de sus contenidos, en donde competencias y valores como el aprendizaje autónomo, solidaridad y resiliencia desempeñen un papel fundamental en los nuevos procesos de educativos. Además, el uso de los recursos en línea en donde la conexión remota se convirtió en la única opción para muchos de poder acceder al contenido académico, evidenció el acceso desigual al internet en las poblaciones con condiciones económicas y sociales más desfavorables. En Colombia, a pesar de los esfuerzos del estado y de muchas empresas pequeñas privadas en llevar internet a los hogares pobres y rurales, el servicio se encuentra aún concentrado en áreas urbanas con mayor densidad poblacional. Esto se convirtió en un desafío importante de equidad educativa, y uno de los principales problemas que afronta el sistema educativo en el país; desafortunadamente son muy pocas las escuelas rurales y públicas que se encuentran completamente preparadas, y pueden ofrecer una alternativa académica virtual donde tanto alumnos como profesores tengan acceso a dispositivos electrónicos y docentes capacitados en ofrecer enseñanza virtual.
Dentro de este contexto, la apertura de las escuelas bajo la modalidad de alternancia es necesaria e indispensable para mitigar los impactos generados en la niñez que incluyen; la salud mental, dificultades de aprendizaje, inseguridad alimentaria, rezago educativo, deserción escolar entre otros. Adicionalmente, será un apoyo fundamental sobre todo para las mujeres y migrantes que necesitan las escuelas abiertas para poder trabajar. La mayoría de estudios científicos realizados sobre el coronavirus respaldan la hipótesis de que la niñez tiene menor probabilidad de ser infectados y transmitir el virus que los adultos, aunque existe muy poca evidencia sobre este último.
El riesgo asociado a esta medida sigue siendo alto, sin embargo, el éxito dependerá de poder hacerlo de manera segura, del autocuidado, de continuar con los protocolos de bioseguridad establecidos por el estado y de seguir avanzando en el proceso de vacunación de docentes e incorporar también a los más jóvenes; recordar que la pandemia aún no se ha ido pero podemos adaptarnos a ella con mucha disciplina social.