Publicado el 17 de abril de 2021,
Como directora ejecutiva de Fundesarrollo, Oriana Álvarez tiene como meta principal posicionarla como una voz líder en lo económico e investigativo.
Oriana Álvarez es una barranquillera que se formó como economista para aportar, desde su profesión, al cambio social en el país. Entre sus opciones estaba ser médica o ingeniera, pero se decidió por este campo gracias a una conversación con su padre, que ahora es su colega.
Su motivación estuvo acompañada del consejo que le dio y que todavía recuerda de memoria: “si alguna vez vas a estudiar Economía es para poder aportar y ayudar al cambio social en Colombia, y en donde decidas trabajar o radicarte”.
Y así lo ha hecho. Desde que se graduó del pregrado se interesó y trabajó por las problemáticas del mercado laboral, sobre todos las que existen la región Caribe, en la que sobresale la informalidad. Por eso se encarga, a través de instrumentos matemáticos o econométricos, de “estudiar y mirar las posibilidades de cómo solucionar las problemáticas tanto sociales como económicas”.
Lo quería lograr desde su región, pues tenía claro que una vez terminara su formación en la capital, regresaría al Caribe a “aportar lo que había aprendido por fuera”.
Su primera experiencia laboral la vivió en 2008 en Fundesarrollo, un centro de pensamiento enfocado en el desarrollo del Caribe colombiano. Allí trabajó un poco más de un año y se enamoró de la investigación. Por eso decidió que, desde esa rama, enfocaría su trayectoria profesional.
Sin embargo, en 2009 Oriana nuevamente dejó su tierra natal y regresó a Bogotá a estudiar su maestría en Economía. Durante ese tiempo trabajó como investigadora del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes. Allí profundizó sus investigaciones sobre el mercado laboral y la informalidad.
En 2012 fue parte de una firma de consultoría económica y social en la que desarrolló en equipo un modelo de necesidades básicas de recursos humanos para Colombia, en el que identifican “cuáles son las falencias desde el punto de vista educativo, qué es lo que están requiriendo las empresas y que están educando las universidades”.
Además de su aporte desde lo empresarial, Oriana fue, durante cuatro años, docente de tiempo completo en la facultad de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá. Paralelamente siguió como investigadora, esta vez desde el campo de las brechas de género, y participó en la publicación “Desempleo femenino en Colombia’, con el Banco de la República.
Ese paso por la academia le permitió fortalecer sus capacidades que ahora pone en práctica como directora ejecutiva de Fundesarrollo, cargo que ostenta desde febrero de este año.
Recalca que ha sido “una experiencia provechosa” porque tiene a su cargo jóvenes, y ser docente le ha permitido “desarrollar diferentes estrategias” para organizar el equipo, “ayudarlos a crecer profesionalmente” y trabajar “de una manera mucho más didáctica”.
A pesar de que le ha tocado ejercer la dirección en medio de la virtualidad, para ella ha sido “interesante y enriquecedor”, pues se esfuerza para que sea un trabajo en equipo y que “no sientan que es la directora y que ellos simplemente tienen que seguir órdenes”.
«Vengo llena de muchas ideas, de intenciones de reorganizar a Fundesarrollo desde el punto de vista investigativo y fortalecerlo en lo institucional»
También es consciente que los centros de pensamientos se afectaron por la coyuntura. Sin embargo, se muestra expectante y positiva ante el futuro de la entidad con los proyectos que planea ejecutar.
“Vengo llena de muchas ideas, de intenciones de reorganizar a Fundesarrollo desde el punto de vista investigativo y fortalecerlo desde el institucional. De mejorar los informes y los estudios que estamos haciendo para que tengan un mayor impacto a nivel regional”. En esa línea, agrega, pretende convertir a la entidad en “una voz líder en opinión desde el punto de vista económico e investigativo” de los debates actuales, no solo a nivel regional, sino también nacional.
“Se viene un trabajo interesante. Eso implica cambiar la mentalidad del equipo, de salir de estudios de diagnósticos a meternos en estudios más propositivos. De abrir más líneas de investigación y fortalecerlas.
Por ejemplo, con la pandemia se nos viene una cantidad de propuestas y opciones que podemos presentar sobre cómo reactivar la economía desde cada uno de los sectores en la región”.
Pero, más allá de investigar y publicar informes llenos de cifras y escritos en lenguaje académico, Oriana quiere llegar a todo tipo de público. Ese que pueda entender, sin necesidad de ser economista, al momento de leer las publicaciones.
Actualmente se encuentra a la espera de su grado como doctora en Economía. Empezó su posgrado en 2016 en Barcelona, España, pero en 2020 se devolvió a Colombia por la pandemia. La barranquillera cuenta que combinó sus estudios con la educación, la deserción escolar y “cómo mejorar” estos indicadores. Además, sostiene que sigue trabajando en “cómo promover políticas” que permitan “mejorar los indicadores de informalidad”, que existen en la costa Caribe.
Colgó sus zapatillas
Oriana tuvo que escoger entre ser economista y ser bailarina. Se decidió por lo primero y a sus 23 años se despidió de la danza que practicó desde que era una niña. “Colgó” las zapatillas, como dice, por “respeto”, pues considera que era “muy demandante” y no tenía el tiempo suficiente para dedicarle.
De esta etapa heredó su pasión por el ejercicio. Así que, cuando no está pensando en cifras, disfruta de su tiempo libre ejercitándose o compartiendo con su familia, pues está casada con el ingeniero barranquillero, Edelberto Duva. Juntos tienen a Sofía Duva Álvarez, una niña de seis meses que, aunque nació en Bogotá, es “criada como barranquillera”.