Publicado 17 de julio de 2020
El índice al final es una proxy de la competitividad.
Por Kelina Puche
Barranquilla es ratificada como la octava ciudad más competitiva de Colombia, muchos podrán ver esto como una buena noticia, pero otros más críticos serán capaces de entender que mantenernos en la misma posición en un índice como estos lo que refleja es nuestra imposibilidad por cerrar las brechas que nos distancian de la ciudad más competitiva del país, Bogotá.
Más allá de las diferencias que podríamos tener con relación a algunas de las variables consideradas en el índice de competitividad de ciudades que publica el Consejo Privado de Competitividad junto con la Universidad del Rosario, es el ránking más cercano que contamos en el país para aproximarnos a un concepto tan amplio, con base en una valoración relativa de cada indicador respecto a la ciudad que marque el mejor desempeño en cada variable. De esta manera, de las 103 variables consideradas en el índice, en el 15% de éstas la ciudad mantuvo la misma brecha respecto a la ciudad que mejor posición ocupo, en 44% de las variables logro cerrar tales brechas y en el 42% de las mismas esa diferencia aumentó, dejando ver como alguna otra ciudad, en la mayoría de los casos Bogotá, logro avanzar con mayor velocidad hacia un mejor rendimiento.
Es así como Barranquilla, logró cerrar sus brechas de manera significativa, en escenarios culturales, revistas indexadas en publindex e investigadores per cápita; indicadores para los cuales tales avances no consiguen ser suficientes para alcanzar márgenes satisfactorios que nos permitan jugar en el top de ciudades más competitivas y en donde todavía seguimos en la retaguardia.
Por otro lado, el Distrito retrocedió en los frentes de capacidad de ahorro, recaudo por eventos culturales, disparidad salarial entre hombres y mujeres, tasa global de participación en el mercado laboral, brecha de participación laboral entre hombres y mujeres, cobertura de establecimientos financieros; los tres primeros dónde sosteníamos en 2019 una posición relativa privilegiada frente al resto de ciudades, y la gran mayoría de éstos concentrados en nuestro bien conocido talón de Aquiles, el mercado laboral.
Más allá del cierre de brechas, en esta ocasión la ciudad logro destacarse por su desempeño administrativo, gestión fiscal, transparencia y contratación pública, infraestructura de servicios y vivienda , y diversificación; dado amplio apoyo en los asuntos relacionados con la institucionalidad pública y donde para el caso de la infraestructura de servicios públicos deja de lado, la principal dificultad con la que nos ha toca lidiar, la inestabilidad del servicio eléctrico, que puede ser la principal barrera en materia de competitividad.
El índice al final es una proxy de la competitividad, pues sus limitaciones en la adquisición de variables confiables a nivel municipal restringen su aproximación, pero si debe ser considerado útil para entender cuando una ciudad se está quedando en el rezago respecto al resto de ciudades que están logrando movilizarse más rápido y mejor para alcanzar en definitiva cuatro factores clave para ser competitivos: satisfacer las condiciones habilitantes, tener un excelente capital humano, conseguir mercados eficientes y promover un ecosistema innovador.