Publicado el 28 de marzo de 2019
Bajo el programa Todos al Parque se han intervenido 150 parques en Barranquilla. El 26 de marzo, en el salón 23G2 del edificio de posgrados, el Centro de Estudios Urbano Regionales (Urbanum) organizó un conversatorio para reflexionar sobre el programa, los beneficios que ha traído a las comunidades y lo que falta todavía por trabajar.
El panel del evento estuvo integrado por: Alberto Salah, director de la Agencia Distrital de Infraestructura; Manuel Fernández, director de Barranquilla Cómo Vamos, y Stefannia García, investigadora de Fundesarrollo. Les acompañaron Carlos Guzmán, Carlos Javier Velásquez y Jean David Polo, docentes de Uninorte, quienes aportaron el punto de vista desde la esfera académica.
Salah admitió que cuando comenzó este programa, hace ocho años, sabían poco de la construcción de parques pero que, desde el inicio, tuvieron en mente involucrar a quienes se iban a beneficiar de este espacio para que ofrecieran ideas de cómo debía ser intervenido. “En un principio la gente se resistió, habían vivido malas experiencias en el pasado, pero hemos mostrado resultados y esto ha generado confianza nuevamente”, afirmó el funcionario.
Polo, docente del departamento de Psicología, hizo una comparación con lo que eran los parques, espacios que servían como viviendas y resguardos para personas con problemas de salud mental, y lo que son ahora: espacios comunes y lugares de encuentro que no existían para la comunidad.
“Las políticas dedicadas al ocio le quitan el espacio a la delincuencia. Los parques ya no son polos de problemas, ahora ayudan al crecimiento”, argumentó el profesor quien agregó que estos espacios mejoran el bienestar y la calidad de vida.
El profesor Guzmán, quien es director académico del Instituto de Desarrollo Político e Institucional (IDEPI) de Uninorte, manifestó que si bien la transformación de la ciudad ha sido importante, hay una debilidad en el programa en cuanto a la falta de monitoreo de resultados. “No tenemos cómo evaluar si la inversión económica, social, política y administrativa se encuentra reflejada en los resultados”, anotó.
Guzmán sostuvo que con un estudio de resultados se acercan dos mundos, el de la política y la academia, que parecen separados. “Deberíamos hacerlos interrelacionar mucho más para producir, en clave de política pública, más racionalidad en el proceso de toma de decisiones”, agregó.
García analizó la situación desde las cifras. Según sus cuentas, construir un parque de alrededor de 2.200 metros cuadrados costaría 653 millones de pesos, y mantenerlo, mensualmente, alrededor de $3.920.000. Además, a esta ecuación adicionó el valor de manutención de los nuevos escenarios y complejos que hay en la ciudad.
Si bien no todos los parques son de este tamaño, la investigadora argumentó que se debe comenzar a pensar en la inversión que se está llevando a cabo en términos de la conservación de estos espacios y cómo se verán afectadas otras áreas por esta localización de recursos.
Desde la perspectiva de los ciudadanos, Fernández, director de Barranquilla Cómo Vamos, programa que monitorea la calidad de vida urbana, habló sobre la percepción que en la ciudad con respecto a la intervención de estos parques.
El directivo planteó que en los resultados se ha visto un cambio importante en los últimos 10 años. En 2008, sólo el 21% de barranquilleros estaban satisfechos con las zonas verdes de la ciudad. En 2017, la última cifra disponible puesto que las de 2018 aún no han sido publicadas, el 55% de los encuestados manifestaron estar complacidos.
No obstante, Fernández mostró que existe una polarización en las respuestas de acuerdo al sector de la ciudad, pues en el norte la satisfacción se encuentra por arriba del 70% mientras que en las localidades Metropolitana, suroccidental y suroriental se encuentran en 41%, 47% y 56%, respectivamente. En ese sentido, agregó que a futuro debe haber una “equidad en la oferta” de parques.
El profesor Velázquez, director de Urbanum, estuvo de acuerdo con esta noción pues, desde su visión, la ciudad está en un momento diferente en el que “se dejó de tener una visión sobre las necesidades básicas insatisfechas” y que la ciudadanía “está reclamando a sus gobernantes cosas diferentes”. Mejor calidad de vida es uno de estos pedidos.
“La calidad del medio ambiente y el cambio climático, el espacio público efectivo y el modelo y urbanismo de la ciudad definitivamente son los temas que Barranquilla tiene que empezar a discutir de una manera decidida para tomar determinaciones sobre esa visión a futuro de ciudad”, concluyó el docente.
Por Leonardo Carvajalino