Publicado el 25 de septiembre de 2020

Por: Kelina Puche

El porcentaje de hogares que vieron disminuir la ingesta de tres a dos o menos comidas diarias fue del 46% para Barranquilla.

Uno de los fenómenos por medio de los cuales se manifiesta la pobreza urbana es la inseguridad alimentaria. La Encuesta de Percepción Ciudadana que elabora Barranquilla Cómo Vamos, demostró que entre 2018 y 2019, el porcentaje de barranquilleros que consumían las tres comidas diarias aumentó en un año, de 18% al 22%.

Más recientemente, el DANE, a través de la Encuesta Pulso Social, dio a conocer que de los 6,9 millones de hogares que consumían 3 comidas al día antes de la cuarentena, ahora 1,7 millones consumen dos comidas o menos.

Este porcentaje de hogares que vieron disminuir la ingesta de tres a dos o menos comidas diarias fue del 46% para Barranquilla, cifras superiores a las de capitales como Bogotá (20,7%), Cali (23,7%) o Medellín (28,6%).

Para poner estas cifras en contexto, un informe de seguridad alimentaria elaborado por Fundesarrollo en 2019, ya evidenciaba que el 65% de los hogares en la región Caribe se encontraban bajo esta amenaza, según cifras de la Encuesta Nacional de Salud Nutricional (ENSIN) de 2015.

Si la situación inicial antes de la pandemia no era la mejor, la crisis derivada de las medidas sanitarias provocadas por el Covid-19, que llevaron a la paralización del aparato productivo, doblaron el desempleo y comprometieron la capacidad adquisitiva de los hogares, deja un panorama desalentador en la materia.

Pero, ¿qué factores inciden para que Barranquilla ocupe el primer lugar entre las principales capitales en éste ítem?

En el caso de Barranquilla, a pesar de que el índice de pobreza multidimensional alcanzó el 17,4% de los hogares en 2018 y la clase media pasó de representar el 15,4% en 2008 al 41,5% de los hogares en 2017, cuenta todavía con un 43,4% de los hogares en situación de vulnerabilidad económica. Si tomamos en cuenta el aumento del desempleo entre enero y julio de 2020 (8,9% a 14,1%,) con un alto componente de informalidad, y 198 mil nuevos inactivos en el último año, así como los factores externos que contribuyeron a la desaceleración de la economía nacional, la inseguridad alimentaria toca día a día un mayor número de hogares en la ciudad.

De ahí la necesidad de llamar la atención sobre esta situación con el ánimo de darle la prioridad requerida a un problema que limita fuertemente el progreso social de los barranquilleros. Incluso desde Casa Grande Caribe se definieron prioritarias intervenciones para la recuperación nutricional con enfoque comunitario y la creación de centros de recuperación nutricional, con intervenciones de manejo ambulatorio e intrahospitalario para los infantes. En ese contexto, cabe destacar la importancia de estrategias como la política de cero a siempre, y la alimentación que se ofrece desde los hogares comunitarios y centros de desarrollo infantil, los programas de alimentación escolar, que con ocasión a la pandemia les ha toca adaptar la entrega de alimentos, y el fomento de huertas urbanas, como alternativa para afrontar este problema, ampliamente focalizado en menores de 4 años, más aun entendiendo que las intervenciones a temprana edad aumentan la eficiencia de intervenciones en edades posteriores.

Publicado en Columnas El Heraldo

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