Publicado el 17 de diciembre de 2018

Venezuela es un país de 32 millones de habitantes. En los últimos 5 años, aproximadamente 2.3 millones de ellos (7%) han salido del país, según la ONU. De acuerdo con Migración Colombia, 1 millón están acá (750.000 se quieren quedar) a los que hay que sumar 250.000-300.000 personas colombianos o con derecho a la nacionalidad, […]

Venezuela es un país de 32 millones de habitantes. En los últimos 5 años, aproximadamente 2.3 millones de ellos (7%) han salido del país, según la ONU. De acuerdo con Migración Colombia, 1 millón están acá (750.000 se quieren quedar) a los que hay que sumar 250.000-300.000 personas colombianos o con derecho a la nacionalidad, que retornaron de dicho país y se sumaron a esta ola migratoria.

Un fenómeno migratorio como este, nunca antes se había presentado en la sociedad, ni en la economía colombiana, que por lo tanto no está preparada. Este ha sido un shock social y económico que ha repercutido en muchos frentes: nuevas exigencias de atención en salud, primera infancia, educación y vivienda. Impacto en el mercado laboral y en la economía. En las pautas de convivencia y seguridad. En los sistemas de información y registro. Sin embargo, hay que mirar esta migración de una manera más inteligente y de mediano plazo.

Es una oportunidad para el país, cómo han sido todas las migraciones en el mundo. Traen diversidad cultural, los migrantes son emprendedores y arriesgados, aumentan la producción y el consumo, mejoran la productividad en sectores en donde eran líderes, y también hay un elemento de condición humana que hay que mencionar: los migrantes deben ser merecedores de toda nuestra solidaridad porque los derechos humanos son universales, independiente del país en dónde se viva. Colombia y en particular la nuestra región caribe, tiene una deuda con Venezuela, que recibió en décadas pasada a cientos de miles de los nuestros, cuando eran sus épocas de bonanza.

CUANTOS EN EL CESAR

De los 1.032.016 venezolanos que en septiembre del 2018 (Ver Gráfico 1) había residenciados en Colombia de manera regular, en proceso de regularización o irregular, hay 19.878 en el Cesar, de los cuales 11.181 en Valledupar de acuerdo con el RAMV, (Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos). Si le sumamos los colombianos que retornaron, de acuerdo con el cálculo de nuestro centro de estudios aliado Fundesarrollo, basándose en la gran encuesta integrada de hogares 2018, en el Cesar hay 22.821 migrantes. (venezolanos y colombo-venezolanos)

De acuerdo con el RAMV, 52% son mujeres y 48% hombres. El 27% tiene solamente educación primaria o ninguna, mientras el 51% % tiene secundaria y un 17% tecnológica o universitaria.

IMPACTO LABORAL

El departamento del Cesar tiene 437.000 personas ocupadas – formal e informalmente-, según cálculos de Fundesarrollo de acuerdo a la gran encuesta integrada de hogares 2018. Entre venezolanos y colombo-venezolanos, se calcula que 14.700 de ellos están haciendo presión en el mercado laboral del departamento, de donde 12.500 ya están ocupados, básicamente de manera informal. Ese es el verdadero tamaño de impacto de venezolanos en el tema de empleo, sobre todo en el mercado laboral informal, dado que solamente 2.314, de ellos tenían el permiso especial de permanencia en Valledupar, documento que les permite acceder a la formalización laboral. Así que son 14.700 en un mercado relativamente amplio de 437.000 ocupados.

Si analizamos el nivel de ingresos que reciben los migrantes, el departamento se caracteriza por ofrecer el menor ingreso promedio de todo el país para retornados venezolanos ($158 mil), mientras que en promedio los residentes reciben mensualmente $958.928. Es decir, los residentes reciben en promedio 6 veces el salario de un retornado. El Cesar, es el 3er departamento con la mayor proporción de retornados que ganan menos de un SMMLV.

El Cesar ha incluido en su fuerza laboral a la población retornada, con tasas de desempleo similares a los residentes y con tasas de ocupación y participación laboral, superiores incluso que las mostradas por la población residente; sin embargo, con algunas de las peores condiciones laborales a nivel nacional. Con salarios promedio y condiciones de contratación precarias frente a la población residente colombiana. Presionando las condiciones de informalidad en la población, lo cual, a su vez, queda reflejado en sus altos niveles de subempleo.

ATENCIÓN NIÑEZ

De acuerdo con información suministrado por el ICBF, dentro de la vigencia 2018, hasta el mes de septiembre se habían atendido 1.794, niños y niñas en sus centros de atención, distribuidos en las regionales de Chiriguaná, Codazzi, Aguachica y Valledupar. Lo que naturalmente ha implicado costos extras para el instituto, que afortunadamente en el nuevo CONPES de los 422.000 millones de pesos que se calcula que cuesta la atención a esta ola migratoria, 378.000 son asignados al ICBF.

ECONOMÍA PECUARIA

Las enfermedades no conocen de fronteras, ni tampoco la codicia humana. Es así como vía contrabando de vacunos, ya se han presentado en Colombia, tres focos de animales con aftosa, donde todo indica que fueron traídos desde Venezuela. El Cesar presento recientemente uno de esos focos, lo que afectó durante cerca de un mes los negocios ganaderos de la región, en cuantía aún no determinada. La ganadería se vio afectada de dos maneras, de una parte, se paralizó la compra-venta y movilización de ganado y de otra parte los precios del ganado en pie, el que se le paga al productor (campesino o empresario ganadero) se vio afectado en la zona de influencia de la enfermedad.

Debemos concluir y lo hacemos desde CESORE y desde esta tribuna acompañado del diario EL PILÓN, a entender que estamos en un momento crucial de la relación entre dos pueblos hermanos, independiente de los gobiernos de turno. No debemos olvidar que los cesarenses y en particular los vallenatos crecimos viendo Venevisión y Radio Caracas, que nos alimentamos de productos venezolanos, que el comercio por muchos años de venta de café y ganado en pie era por Venezuela, que conocimos los principales electrodomésticos cuando se importaron desde allá, en fin, que hay una historia que nos une y que por lo tanto debemos estar a la altura de las condiciones de solidaridad y hermandad que tal fenómeno requiere. No hay nada más miserable que ser atacado o despreciado por factores de raza, sexo, religión o nacionalidad. Nunca debemos permitir eso. Ojalá Venezuela resuelva más pronto que tarde su situación política para que sus nacionales puedan tomar la decisión de volver en caso que así lo decidan.

Por: Fernando Herrera – Director de Cesore

Kelina Puche y Valentina Villa – Directora e Investigadora de Fundesarrollo, respectivamente.

Publicado en El Pilon

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