El pasado mes de junio Barranquilla fue escogida como la sede de los juegos Centroamericanos y del Caribe 2018. Es bien sabido que una de las motivaciones para que las ciudades se embarquen en la odisea de organizar este tipo de eventos, son los impactos económicos que se derivan de la inversión pública en infraestructura, los ingresos adicionales que entran a la economía local vía el gasto de los visitantes y los beneficios de largo plazo producto del mejoramiento de la imagen internacional de la ciudad o país organizador. Sin embargo, este tipo de eventos en países en desarrollo pueden convertirse en una oportunidad para repensar en una visión de ciudad de largo plazo, que unifique los elementos de infraestructura alrededor de conceptos como la sostenibilidad, equidad y bienestar urbano.

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